Ermita de San Bartolomé de Calasanz

En el espolón de poniente del Castillo de Calasanz, se alza una ermita singular, San Bartolomé, que conmemora el día del santo en la dura y larga reconquista del castillo por el rey aragonés Pedro I el 24 de agosto de 1102, y que fue consagrada solo un año más tarde por el obispo Poncio de Roda-Barbastro. Era muy apreciada por el rey por su simbolismo y en ella se solemnizaron y firmaron documentos muy importantes como la Carta Puebla de Ainsa.

La ermita es de modestas dimensiones, originalmente de una sola nave aunque posteriormente se le añadieron dos capillas laterales; el acceso desde el exterior, bajo un arco con arquivoltas muy desgastadas por el tiempo, se realiza por una escalera descendente, ya que su piso se encuentra más bajo; tiene una ventana aspillada en el ábside y un ventanuco a poniente que le otorgan una belleza y recogimiento singulares, propios del románico.

Actualmente, se realiza una romería el 24 de agosto, en honor al Santo que da nombre a la ermita.